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sábado, 2 de octubre de 2021

EL FERIANTE: DOCUMENTACIÓN Y AMBIENTACIÓN

El 19 de abril de 2021 El Feriante vio la luz en formato digital y veinticuatro horas después lo hizo en tapa blanda. El proceso de elaboración de la novela fue tan largo como divertido. Sin embargo no es lo primero que he escrito. Tengo varios proyectos que desde la época de la universidad he guardado en cajones, esperando a ser retomados.

Esos proyectos tenían en común el hecho de que todos se podrían etiquetar como «novelas de fantasía épica», muy al estilo de los folletines que se publicaban en la revista Weird Tales en EEUU hace unas siete décadas o de las campañas de Dungeons & Dragons que solía crear para jugar con los colegas. 


Si estas historias verán la luz o no, no es algo que quiero abordar en este artículo. Más que eso, quiero hacer hincapié en que cuando escribía esos relatos/novelas de fantasía épica tenía un sentimiento de total libertad a la hora de desarrollar los acontecimientos. Obviamente yo era amo y señor de aquellos mundos fantásticos y todo sucedía a mi conveniencia y según mis reglas. 


Esto no significa que escribir fantasía épica sea fácil. En absoluto. Requiere mucha imaginación y mucha planificación. Hoy día, además, el género está muy extendido y hay auténticas maravillas en numerosos volúmenes. Reconozco que las autoras y autores de este género escriben obras maravillosas, de una gran potencia imaginativa, lo cual hace muy difícil cultivar este género y a la vez innovar a cada obra que intentes publicar. Solo he querido remarcar que el atractivo que tiene este género es que tienes total libertad de movimiento a la hora de escribir.

Cuando empecé a escribir El Feriante con José el 23 de abril de 2019, me di cuenta de inmediato de lo diferente que era escribir algo en el contexto histórico-cultural del año 1983. Obviamente toda esa libertad de la que había disfrutado escribiendo relatos de fantasía se fue de inmediato al garete tan pronto escribí el prólogo, donde mencionaba la enorme A de «Anarquía» dibujada en un muro del barrio de Can Franquesa. ¿Ese grafiti era previo a 1983 o era posterior? 

Esto tan solo fue el principio de una larga lista de aspectos sobre los que nos tuvimos que documentar para vestir un thriller policíaco con el mayor realismo posible:

1. Grupos musicales de la época.

2. ¿Cuánto costaba una canción en un jukebox?

3. ¿Cuál era la mascota del UN, DOS, TRES por entonces?

4. Todos los grandes éxitos del verano del 83, que sonarían en las atracciones de feria.

5. ¿Pasó la vuelta ciclista por Santa Coloma el domingo 11 de setiembre de 1983, tal y como se menciona en el libro? (¡Sí!)

6. Coches utilitarios y coches familiares típicos de ese período.

7. Motocicletas más comunes entre la juventud de esa época.

8. ¿El Padre Nuestro se rezaba con los mismos versos que ahora? (¡No!)

9. ¿Cuál era el arma reglamentaria de la Policía Nacional?

 


En definitiva, una larga lista a la que tuvimos que añadir documentación sobre procedimientos policíales (agradecemos de nuevo a Beatriz Tomás, criminóloga, por sus aclaraciones sobre este campo). Por si esto fuera poco, también vimos varios documentales sobre la vida de los feriantes y leímos una extensa bibliografía sobre rituales de sangre y sectas.

Fue todo un proceso de aprendizaje en todos los sentidos. Al principio nos sentimos un tanto abrumados  por tener que echar mano a tanta documentación pero en cierto modo nos ayudó a hacer que una historia como El Feriante parezca más realista.

Finalmente, y como escritores de ficción popular, nos tomamos las licencias necesarias para cumplir con las necesidades de la trama, aunque garantizamos que muchas de las referencias socio-culturales han sido lo más fieles posible.

RAÚL REYES

 

Créditos fotos: Canva.