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lunes, 29 de septiembre de 2025

RESEÑA - EL ENMASCARADO DEL ADARVE

 DE CARMEN HINOJAL

Confieso que, aunque ya conocía la obra de Carmen Hinojal, El enmascarado del Adarve me ha sorprendido gratamente por la madurez y la destreza narrativa que despliega. Desde las primeras páginas me vi arrastrado a una España de intrigas, espadas y secretos, en pleno reinado de los Reyes Católicos. La ambientación es tan vívida que casi podía oler la humedad de las callejuelas, sentir el peso de los ropajes y escuchar el eco de los pasos en los adarves.

Lo que más me ha fascinado es la sencillez con la que Hinojal construye su narración. No hay artificios innecesarios ni florituras que entorpezcan el ritmo. Al contrario, cada frase parece pensada para atrapar al lector y empujarlo a seguir leyendo. Los personajes se presentan con naturalidad, sin largas descripciones, pero con una fuerza que los hace memorables desde el primer momento.

La trama no da tregua. Hay misterio, conspiraciones, escenas de lucha que se leen con el corazón en vilo, y una presencia constante de la Santa Inquisición que añade un tono oscuro y amenazante. Me ha encantado cómo la autora entrelaza hechos históricos con la ficción, y la aparición de personajes reales como Fernando de Rojas aporta una dimensión adicional que enriquece el relato sin convertirlo en una lección de historia.

Cada capítulo parece diseñado para terminar en un punto de inflexión, lo que convierte la lectura en una experiencia casi compulsiva. Me he descubierto diciendo “solo una página más” y, sin darme cuenta, había avanzado otro capítulo. Es esa mezcla de acción, misterio y aventura lo que convierte esta novela en una lectura tan adictiva.

Y el final... ¿qué decir del final? Está perfectamente orquestado, con todos los hilos narrativos bien hilados y una resolución que no decepciona. No solo cierra la historia con elegancia, sino que deja una sensación de plenitud, como si todo hubiera encajado en su sitio.

En definitiva, El enmascarado del Adarve es una novela que recomendaría sin dudar. Carmen Hinojal ha creado una obra que combina emoción, historia y ritmo narrativo con una maestría que merece ser celebrada.


domingo, 28 de septiembre de 2025

RESEÑA - RECETAS CON RETÓRICA

Abrir Recetas con retórica es como entrar en una cocina perfumada por especias narrativas y aromas de pensamiento profundo. Anastasia Sopale Thompson nos recibe como una chef de las letras, desplegando ante nosotros un banquete compuesto por siete menús completos, cada uno maridado con tres historias que funcionan como platos principales, guarniciones emocionales y postres reflexivos. El resultado: 21 relatos que no solo alimentan el intelecto, sino que despiertan el paladar de la imaginación.

La estructura del libro es un festín cuidadosamente diseñado. Cada menú tiene su propia sazón temática: desde lo cotidiano servido con salsa de ironía, hasta lo filosófico cocido a fuego lento en caldos de introspección. La autora no teme mezclar ingredientes dispares—humor, melancolía, crítica social, ternura—y lo hace con la destreza de quien conoce bien su despensa emocional. Hay relatos que crujen como pan recién horneado, otros que se derriten como mantequilla sobre palabras cálidas.

La prosa de Thompson es una mezcla perfecta entre técnica y alma. Su pluma, poderosa y sabia, corta con precisión quirúrgica cuando hace falta, pero también sabe batir con suavidad cuando el texto requiere ligereza. Hay una elegancia en su estilo que recuerda a los grandes chefs: nunca sobrecarga, nunca subestima al lector-comensal. Cada frase está emplatada con intención, cada giro narrativo tiene su punto justo de cocción.

Lo más delicioso del libro es su capacidad para provocar hambre de reflexión. Algunas historias se sirven con una fina ironía que condimenta la lectura sin empalagar. Otras se presentan como platos de autor, donde lo importante no es solo el sabor, sino la experiencia estética completa. Thompson nos invita a sentarnos a su mesa, pero también a mirar dentro de nuestra propia alacena emocional.

Recetas con retórica no es solo un libro: es una experiencia gastronómico-literaria que se degusta con los cinco sentidos. Ideal para lectores que buscan algo más que alimento rápido; este es un menú de degustación para el alma, servido con inteligencia, belleza y una pizca de provocación.

Bon appétit, lector. Este festín merece repetirse.

sábado, 27 de septiembre de 2025

RESEÑA - ¿QUIÉN ME MATÓ?

POR MEL CUENCA

Mel Cuenca irrumpe con fuerza en el panorama literario con ¿Quién me mató?, una novela que se desliza con elegancia entre el romance y el thriller, y que confirma el talento narrativo de una autora que sabe cómo atrapar al lector desde la primera página. Su estilo, ágil pero cargado de matices, construye una atmósfera envolvente donde cada detalle cuenta y cada silencio pesa.

La historia gira en torno a Valeria, una mujer marcada por la pérdida y los secretos que envuelven su pasado. Desde su infancia en Cuenca hasta su vida adulta como chef en la finca de los De la Fuente, el relato se va desplegando como un puzle emocional y criminal. Cuenca no se limita a contar una historia: la disecciona, la esconde y la revela poco a poco, obligando al lector a cuestionar cada personaje, cada gesto, cada recuerdo.

Uno de los grandes aciertos de la novela es su elenco de personajes. No hay figuras planas ni estereotipos fáciles. Todos, desde los protagonistas hasta los secundarios, están construidos con claroscuros que los hacen profundamente humanos. Cristian y Marcus, los dos hombres que orbitan la vida de Valeria, no son simples intereses románticos: son piezas clave en un juego de lealtades, traiciones y verdades a medias. Mayelin, Patricia, Ted… cada uno aporta una capa de complejidad que enriquece la trama y pone al lector en constante jaque emocional.

La novela se adentra con maestría en los secretos de familia, en las heridas que se heredan y en las preguntas que nadie se atreve a formular. Cuenca sabe cómo dosificar la información, cómo sembrar la duda y cómo mantener la tensión sin caer en artificios. El ritmo es sostenido, pero nunca predecible. Y cuando el lector cree tener todas las piezas, llega un final que descoloca, sorprende y obliga a releer mentalmente cada capítulo.

¿Quién me mató? no es solo una novela de misterio. Es una exploración íntima del dolor, la identidad y la justicia. Mel Cuenca demuestra un dominio narrativo admirable, capaz de emocionar, inquietar y dejar huella. Una lectura imprescindible para quienes buscan algo más que una historia bien contada: una experiencia literaria que se queda resonando mucho después de cerrar el libro.

lunes, 22 de septiembre de 2025

ARTÍCULO

La precariedad del lenguaje en la comunicación “seria”

Vivimos en una época paradójica: jamás habíamos escrito tanto; sí, el lenguaje escrito ha invadido de manera extensa nuestras vidas cotidianas. Sin embargo, rara vez su calidad ha estado tan en entredicho. Correos electrónicos que parecen redactados con prisa por alguien que apenas domina la sintaxis; comunicados universitarios plagados de errores; publicaciones “serias” en redes sociales que mezclan solemnidad con una gramática rudimentaria; artículos de periódicos digitales que abusan de adjetivos grandilocuentes, pero descuidan la precisión léxica, la ortografía o la coherencia interna.

Resulta asombroso que, en ámbitos donde uno esperaría encontrar rigor, claridad y un respeto elemental por la lengua, lo que predomine sea una precariedad expresiva que oscila entre la pobreza estilística y el error flagrante. Este fenómeno merece una exploración detenida, porque no se trata de simples descuidos aislados: es el síntoma de transformaciones profundas en nuestra relación con la lengua y con la comunicación escrita.

En este artículo quiero reflexionar sobre esta precariedad del lenguaje, ilustrarla con ejemplos concretos, analizar sus causas múltiples y proponer algunas claves para comprender por qué, en tiempos de hipercomunicación, la calidad del discurso público ha entrado en un estado de franca decadencia.


I. El espectáculo de la pobreza lingüística en lo “serio”

Quien se detenga a leer con atención notará que incluso instituciones tradicionalmente guardianas del prestigio lingüístico han relajado sus estándares.

  1. Comunicados institucionales:
    Universidades y centros educativos difunden circulares en las que abunda el tono burocrático, con frases interminables, cargadas de sustantivos abstractos y gerundios mal empleados:

    “Con el fin de poder dar cumplimiento a la mejora continua en lo referente a las dinámicas de gestión académica, se estará procediendo a implementar los ajustes necesarios que permitan garantizar la eficiencia de los procesos.”
    La frase promete claridad pero acaba enredada en giros circulares que no dicen nada.

  2. Textos publicitarios de enseñanza de lenguas:
    Paradójicamente, muchas academias que prometen “excelencia comunicativa” en la enseñanza de idiomas se promocionan con mensajes mal redactados:

    “Con nosotros aprenderás inglés fácil y rápidamente, más rápido imposible, con la mejor profesorado cualificada.”
    El eslogan se contradice y exhibe errores de concordancia que desmienten la supuesta seriedad de la propuesta.

  3. Prensa digital:
    La velocidad con que se generan noticias en portales digitales propicia titulares plagados de redundancias, erratas o construcciones torpes:

    “Se procede a dar inicio al comienzo de las actividades previstas.”
    La inflación verbal, lejos de comunicar, adormece.

  4. Correos electrónicos corporativos:
    En el entorno empresarial proliferan mensajes que sacrifican la cortesía o la claridad en nombre de la rapidez. Ejemplos abundan:

    “Favor enviar documento hoy si posible.”
    Una fórmula telegráfica, seca, carente de matices.

Estos ejemplos muestran que la precariedad del lenguaje no es patrimonio exclusivo de la “escritura informal” (chats, mensajes instantáneos), sino que se infiltra en espacios donde debería primar la corrección.


II. Posibles causas de esta precariedad

El fenómeno no tiene una única explicación. Más bien, se alimenta de la confluencia de factores históricos, sociales, económicos y tecnológicos.

1. La prisa como norma de la comunicación contemporánea

Vivimos en la cultura de la inmediatez. La consigna es producir y difundir mensajes cuanto antes, incluso si ello sacrifica la calidad. La lógica de la red exige presencia constante: hay que publicar, actualizar, responder. En ese contexto, revisar la forma lingüística se percibe como un lujo innecesario.

El resultado: correos electrónicos redactados sin revisión, comunicados institucionales lanzados con errores ortográficos, publicaciones apresuradas que multiplican la precariedad expresiva.

2. La burocratización del lenguaje

En muchos ámbitos oficiales domina el lenguaje burocrático, cuyo objetivo no es comunicar con claridad sino aparentar formalidad. Se abusa de giros impersonales, perífrasis redundantes y tecnicismos vacíos. Así, donde bastaría con decir:

“Mañana se suspenderán las clases por mantenimiento eléctrico”,
se prefiere un barroquismo hueco:
“Se informa a la comunidad educativa que, debido a trabajos de mantenimiento eléctrico, se procederá a la suspensión temporal de las actividades académicas programadas.”

El exceso de fórmulas burocráticas genera un lenguaje inflado, precario en contenido.

3. La influencia del inglés global

La hegemonía del inglés como lengua de la ciencia, la tecnología y los negocios genera calcos sintácticos y léxicos en el español institucional. Expresiones como aplicar a una beca (calco de to apply for) o hacer sentido (de make sense) proliferan en comunicados académicos y empresariales.

Este trasplante, cuando se hace sin filtro, empobrece el idioma receptor, que pierde su riqueza propia para adoptar estructuras ajenas.

4. La formación deficiente en redacción

La enseñanza de la escritura en muchos sistemas educativos se ha reducido a la corrección ortográfica mínima, sin trabajar de forma profunda la argumentación, la claridad o la riqueza expresiva. Por eso, incluso profesionales con estudios avanzados carecen de destrezas sólidas para redactar un texto coherente y atractivo.

No sorprende entonces que correos, artículos o informes adopten fórmulas repetitivas, clichés y estructuras de manual.

5. La tiranía del algoritmo y la economía de la atención

En redes sociales y en prensa digital, los textos no se escriben para ser leídos detenidamente, sino para ser detectados por algoritmos y consumidos en segundos. De ahí titulares sensacionalistas, mensajes saturados de palabras clave, párrafos que sacrifican cohesión por impacto.

El lenguaje se precariza porque su función principal ya no es comunicar ideas complejas, sino capturar clics y retener la atención efímera de un lector fatigado.

6. La sobrevaloración de lo visual sobre lo verbal

El auge de la imagen (fotografía, vídeo, infografía, emoji) reduce el peso del lenguaje escrito. Muchos comunicadores creen que “el texto ya no importa tanto” porque lo esencial es el acompañamiento visual. Esto lleva a descuidar la precisión y la corrección de la palabra.

7. La cultura de la autoedición y la ausencia de correctores

En el pasado, periódicos, universidades y empresas contaban con correctores de estilo. Hoy esa figura se considera un gasto prescindible. El resultado: cada quien escribe y publica sin filtros, con las deficiencias propias de su formación y su prisa.

8. El maltrato de la puntuación

Otro síntoma revelador es el uso incorrecto de la puntuación. El punto y coma, por ejemplo, parece en vías de extinción. En los textos institucionales rara vez se encuentra, sustituido por comas interminables o por puntos que fragmentan la fluidez de la lectura.

La ausencia de este signo empobrece la prosa, pues el punto y coma permite matizar relaciones lógicas entre ideas, equilibrar frases largas o introducir un ritmo más natural. Su desaparición refleja, en parte, la falta de formación en redacción, pero también la tendencia general a simplificar y empobrecer la sintaxis.


III. Las consecuencias de esta precariedad

La precariedad del lenguaje no es un problema menor. Tiene efectos culturales, sociales y cognitivos de gran alcance:

  • Opacidad comunicativa: los textos se vuelven ininteligibles, llenos de fórmulas vacías que dificultan la comprensión.

  • Desprestigio institucional: una universidad que redacta mal sus comunicados erosiona su credibilidad.

  • Pobreza cognitiva: el lenguaje moldea el pensamiento; si el discurso es precario, también lo son las ideas que vehicula.

  • Desigualdad comunicativa: quienes dominan mejor la lengua se benefician frente a quienes solo reciben mensajes ambiguos y mal construidos.


IV. ¿Es realmente nueva esta precariedad?

Conviene matizar: la pobreza lingüística en documentos oficiales no es un fenómeno exclusivo de la era digital. La tradición burocrática lleva siglos cultivando un lenguaje oscuro y redundante. Sin embargo, lo novedoso es la combinación de esa tradición con la prisa contemporánea, la presión del algoritmo y la expansión masiva de la escritura digital.

Lo que antes quedaba restringido a circulares internas ahora se multiplica en correos, publicaciones y artículos que circulan globalmente. La precariedad se hace más visible y más influyente.


V. Hacia una reflexión crítica

Frente a este panorama, cabe preguntarse: ¿es posible revertir la precariedad del lenguaje? Algunas claves pueden orientarnos:

  1. Revalorizar la escritura en la formación académica: no basta con enseñar ortografía; es preciso cultivar la argumentación, la claridad y la precisión.

  2. Recuperar el oficio del corrector de estilo: las instituciones serias deberían volver a considerar la revisión lingüística como una inversión, no como un gasto.

  3. Desmitificar la burocracia verbal: enseñar a redactar con sencillez y precisión, desterrando el falso prestigio de la frase larga e incomprensible.

  4. Conciliar velocidad y rigor: la inmediatez no debería implicar descuido; revisar brevemente un texto antes de difundirlo puede marcar la diferencia.

  5. Promover una ética de la comunicación pública: toda institución tiene la responsabilidad de respetar a sus lectores con textos claros, correctos y cuidadosos.


Conclusión

El asombro que provoca la precariedad del lenguaje en documentos oficiales, publicaciones serias y correos electrónicos no es solo estético: es también ético y cultural. Nos revela hasta qué punto hemos normalizado la pobreza expresiva, aceptando que en los ámbitos más formales se comunique con torpeza, prisa y superficialidad.

Pero reconocer el problema es el primer paso para enfrentarlo. Si aspiramos a una sociedad que valore la claridad, la precisión y la riqueza del pensamiento, debemos empezar por cuidar el lenguaje en aquellos espacios donde debería ser ejemplar.

La lengua no es un adorno ni un simple vehículo: es la materia misma del pensamiento. Descuidarla equivale a renunciar a una parte esencial de nuestra capacidad de comprender y transformar el mundo.


lunes, 15 de septiembre de 2025

RESEÑA: REY DE CRISTAL

 DE ANTONIO J. AGUIRRE

La segunda novela protagonizada por el inspector Santana marca un salto cualitativo en la narrativa de Antonio J. Aguirre. Rey de Cristal es una obra que se adentra con firmeza en los terrenos más oscuros del thriller policial, ofreciendo una historia vibrante, compleja y profundamente adictiva. Desde sus primeras páginas, el lector se ve arrastrado por una investigación que va mucho más allá de la persecución de un asesino en serie: lo que está en juego es la estabilidad emocional del equipo, la integridad de sus miembros y la confrontación con un mal que parece tener raíces más profundas de lo que imaginaban.

La novela destaca por una estructura narrativa ágil y envolvente, que no deja espacio para el descanso. Cada capítulo introduce nuevas capas de tensión, y los acontecimientos se suceden con una cadencia que obliga a seguir leyendo. Santana, lejos de ser un simple detective, se enfrenta aquí a dilemas personales y profesionales que lo ponen contra las cuerdas. Su evolución como personaje es palpable, y se convierte en el eje emocional de una historia que no solo busca resolver crímenes, sino también explorar las grietas internas de quienes los investigan.

Uno de los grandes aciertos de esta entrega es la incorporación de Jorge Blanco, un nuevo miembro de la brigada cuya presencia altera la dinámica del grupo. Blanco es un personaje enigmático, con un pasado que se intuye complejo y una intuición que lo convierte en un investigador brillante. Su relación con el resto del equipo añade tensión y profundidad, y su papel en la trama es decisivo para desentrañar los secretos que se esconden tras los crímenes.

Los personajes que ya conocíamos de la novela anterior también muestran una evolución notable. Cada uno de ellos se enfrenta a sus propios conflictos, y sus decisiones tienen consecuencias reales en el desarrollo de la historia. Aguirre logra que el lector se involucre emocionalmente con ellos, lo que multiplica el impacto de los giros argumentales que, por cierto, están ejecutados con una precisión milimétrica. Nada es lo que parece, y cada revelación obliga a replantearse lo que se creía cierto.

La ambientación, aunque discreta, cumple con creces su función: crea una atmósfera inquietante, casi claustrofóbica, que refuerza el tono sombrío de la novela. El estilo narrativo es directo, sin artificios innecesarios, pero con una capacidad notable para generar imágenes potentes y transmitir emociones intensas.

Rey de Cristal es una novela que no solo cumple con las expectativas del género, sino que las supera. Es una obra sólida, inteligente y emocionante, que demuestra el talento de su autor para construir historias complejas y personajes memorables. Una lectura imprescindible para quienes disfrutan del suspense bien construido y de los relatos que saben mantener la tensión hasta la última página.

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ENTREVISTA A JOSÉ LUIS GUERRERO CARNICERO





RAÚL REYES: ¿Cómo te iniciaste en el mundo de la escritura?

JOSÉ LUIS GUERRERO: Siempre me sentí atraído por la idea de escribir, pero salvo algún que otro relato corto en mi juventud, no fue hasta hace unos seis años que me animé a participar en certámenes literarios con relatos y algún otro poema. Mi primera novela, titulada «Alter Ego» es del 2020.

R.R.: ¿Quiénes son tus principales influencias literarias y por qué?

J.L.G.: Escribo de todos los géneros, así que supongo que mis influencias son muy variadas. Siempre me han gustado los clásicos y nunca he dejado de leerlos, o releerlos cuando he leído todo de un autor, como en el caso de Edgar Allan Poe. También he leído mucha novela histórica.

R.R.: ¿Cómo describirías tu proceso creativo?

J.L.G.: Caótico. Un perfecto ejemplo sería mi antología «Rayos, truenos y centellas» El caos es un orden por descifrar. Eso decía Saramago y me encanta esa frase porque me identifico.

R.R.: ¿Tienes alguna rutina para escribir?

J.L.G.: No, salvo que consideremos como rutina que, cuando escribo novela o relatos largos, lo hago durante el día en el ordenador, pero cuando escribo relatos cortos, suelo hacerlo de madrugada, en el móvil y tumbado en la cama.

R.R.: ¿En qué te inspiras para crear tus historias?

J.L.G.: Pues... son tan variadas que cada una tendría diferente origen en cuanto a inspiración.

R.R.: ¿Qué libros has publicado hasta la fecha?

J.L.G.: Un total de dieciocho, entre novelas, cuentos, antología de relatos e incluso un poemario de décimas.








R.R.: ¿Cuál consideras que ha sido tu mayor reto como escritor?

J.L.G.: La novela histórica en general. Cuando digo esto, la gente suele pensar que es por la documentación, pero en realidad, la verdadera complicación está en pensar y sentir cómo lo hacían las personas de esa época.

R.R.: ¿Cómo te enfrentas a la página en blanco y a la falta de inspiración?

J.L.G.: Afortunadamente, no tengo compromisos editoriales (ni los quiero), así que me enfrento al problema dejando de escribir y volviendo cuando me lo piden las musas.

R.R.: ¿Tienes algún método para trabajar la trama y los personajes?

J.L.G.: No, algunas veces creo que los personajes van por libre. Yo propongo la trama, pero ellos acaban definiéndola según voy avanzando.

R.R.: ¿Cuál ha sido tu obra favorita hasta el momento y por qué?

J.L.G.: Supongo que «sueño letal» ha sido mi trabajo más redondo hasta el momento.

R.R.: ¿Prefieres escribir un primer borrador a mano o en tu ordenador?

J.L.G.: Ahora no escribo nada a mano. En mis inicios, cuando escribí algunos relatos, sí me gustaba hacerlo a mano. Ahora prefiero utilizar las notas del móvil

R.R.: ¿Qué consejos le darías a alguien que quiere empezar a escribir?

J.L.G.: Que confíe en él, que no tenga miedo al ridículo. Y, que si empieza, con el tiempo mejorará, pero si no lo hace, se arrepentirá algún día.

R.R.: ¿Qué piensas que hace a una buena historia?

J.L.G.: Depende del escritor, en algunos casos la perseverancia, pero esta no sirve de mucho si no hay unas condiciones innatas

R.R.: ¿Qué cambios has visto en la industria editorial en los últimos años?

J.L.G.: Obviamente, el gran cambio que lo ha revolucionario todo, y aún lo va a revolucionar más, es el tema digital

R.R.: ¿Cuál es tu opinión sobre los talleres de escritura y los cursos de escritura creativa?

J.L.G.: Yo no he ido nunca a ninguno. Supongo que serán muy útiles si quien los imparte es un buen profesional, pero me temo que, por la gran demanda, habrá de todo.

R.R.: ¿Qué opinas sobre el impacto de la tecnología en el mundo de la escritura y la lectura? ¿Has usado algún tipo de software para estilo, corrección y/o redacción? ¿Por qué?/¿Por qué no?

J.L.G.: Desde hace poco utilizo la IA para las correcciones ortotipográficas, pero no me parece honesto usarla para nada más en el mundo de la escritura creativa

R.R.: ¿Qué opinas sobre la autopublicación?

J.L.G.: Me parece muy positiva, en cuanto que te libera de las imposiciones editoriales. El problema es que hay de todo y... Bueno, ya me entendéis

R.R.: ¿Has tenido experiencia con editores y publicación con editorial? Cuéntame qué te ha parecido esta experiencia.

J.L.G.: Yo empecé muy tarde, como he contado antes, y no he tenido paciencia para intentar publicar con editoriales tradicionales. No me veo terminando una novela y esperando meses o años para verla publicada. Prefiero verla al día siguiente de tenerla terminada, aunque solo la lean unos cuantos.

R.R.: ¿Tienes futuros proyectos literarios de los que me puedas hablar? 

J.L.G.: Tengo como unas cinco novelas empezadas (aquí hay que volver a leer lo que opino de caos). El proyecto que más me ilusiona es una novela histórica que se desarrolla en 1212, después de la batalla de las Navas de Tolosa. Tengo unas 20.000 palabras escritas.




martes, 9 de septiembre de 2025

RESEÑA: SUEÑO LETAL - METEMPSICOSIS

 DE JOSÉ LUIS GUERRERO CARNICERO

Desde la primera página, Sueño Letal me atrapó con una propuesta tan original como inquietante: ¿y si los sueños fueran algo más que simples proyecciones del subconsciente? ¿Y si fueran el eco de una vida pasada, una puerta abierta a otra existencia? Esta novela explora con maestría el concepto de la metempsicosis —la transmigración del alma— y lo entrelaza con una trama de suspense que se despliega en dos líneas temporales perfectamente hiladas.

La protagonista, Bea, es una joven que vive atormentada por pesadillas que no solo la desvelan, sino que la sumergen en la vida de otra persona. Lo que comienza como una inquietud psicológica se convierte en una carrera contrarreloj para salvar su propia vida. La angustia que siente es tan vívida que, como lector, uno no puede evitar compartir su desasosiego. Entra entonces en escena Carlos, un psiquiatra con una mente abierta a lo inexplicable, y Efrén, un experto en reencarnación. Juntos forman un trío que busca respuestas en un terreno donde la ciencia y lo espiritual se rozan con delicadeza.

Lo que más me ha fascinado es cómo Guerrero Carnicero logra que el lector transite entre el presente y el pasado sin perder el hilo. La segunda línea narrativa nos lleva al Madrid de 1920, donde el inspector Néstor —un personaje que merece su propia saga— investiga una serie de crímenes con la ayuda de su asistente Andrés. La ambientación histórica está tan bien lograda que uno puede sentir el aroma del café en las tabernas, el crujir de los adoquines bajo los pasos del inspector, y el peso de una ciudad que empieza a modernizarse pero aún guarda secretos oscuros.

La conexión entre ambas historias es uno de los grandes aciertos de la novela. No se trata de un simple paralelismo, sino de una interdependencia narrativa que se va revelando poco a poco, con giros inesperados y momentos de auténtico vértigo. La prosa de Guerrero es directa, ágil, sin florituras innecesarias, pero con una capacidad notable para crear atmósferas. Cada capítulo deja con ganas de más, y el ritmo nunca decae.

Además, el autor consigue que los personajes secundarios tengan profundidad y propósito. Efrén, por ejemplo, no es solo un sabio en lo esotérico, sino un hombre con sus propias sombras. Y Néstor, con su mirada suspicaz y su método deductivo, se convierte en una figura que uno desea seguir con más casos.

Al cerrar el libro, me quedé con esa sensación que solo dejan las buenas historias: la de haber vivido algo intenso, misterioso y emocionalmente resonante. Felicito sinceramente a José Luis Guerrero por esta obra tan bien escrita y tan adictiva. Espero que el inspector Néstor regrese pronto, porque su mundo —y el de Bea— aún tienen mucho que contar. Una lectura que recomiendo sin reservas.

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