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domingo, 15 de junio de 2025

RESEÑA - UNA NOCHE DE SEPTIEMBRE Y UNAS FLORES AMARILLAS

DE ANA CASTELLAR

En Una noche de septiembre y unas flores amarillas, Ana Castellar nos ofrece mucho más que una historia de amor: presenta una novela profunda, que indaga en la complejidad de los vínculos humanos marcados por la memoria, los prejuicios y las heridas que el tiempo no siempre consigue sanar. Aunque el punto de partida pueda parecer el de una narración romántica, la autora va más allá de las convenciones del género para sumergirse en zonas emocionalmente densas y cargadas de verdad.

La protagonista, Arancha, es una mujer independiente, madre de una hija y con una vida que parece asentada, aunque en el fondo sigue atada a un pasado del que no ha logrado liberarse del todo. Su relación con Óscar, un policía viudo y padre de tres hijos, desencadena un torbellino de emociones y desafíos. Ambos deberán enfrentarse no solo a sus diferencias y cicatrices, sino también a una realidad en la que el pasado, especialmente el de Arancha vinculado al mundo de las drogas, amenaza con enturbiar cualquier posibilidad de construir algo nuevo.

La narrativa avanza con ritmo firme y contenido emocional. Castellar escribe con una claridad punzante: cada capítulo añade tensión, cada escena tiene peso, y nada sobra. Hay una intensidad honesta que atraviesa toda la novela, y que hace que el lector se sienta inmerso en la vida de los personajes, como si estos fueran personas de carne y hueso, con sus contradicciones y fragilidades.

Uno de los aspectos más destacados de la obra es la forma en que están delineados los personajes. Arancha y Óscar no son figuras idealizadas: son seres reales, llenos de dudas, temores y decisiones imperfectas. Esta autenticidad los vuelve cercanos y profundamente humanos. Los personajes secundarios, como la hija de Arancha o los hijos de Óscar, están igualmente bien construidos y aportan profundidad y dimensión al relato.

El desenlace merece una mención especial. Sin recurrir a fórmulas fáciles ni a dramatismos innecesarios, la autora propone un final coherente y cargado de emoción, que invita a reflexionar más allá de la última página. Es un cierre que respeta la verdad de los personajes y deja una sensación de esperanza.

En suma, Una noche de septiembre y unas flores amarillas es una novela que deja una marca. Nos recuerda que todos llevamos historias ocultas, que el amor verdadero requiere coraje y aceptación, y que incluso en los terrenos más áridos, algo puede florecer. Una obra conmovedora, sincera y profundamente humana.

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