RAÚL REYES: ¿Cómo te iniciaste en el mundo de la escritura?
ANTONIO J. AGUIRRE: Desde siempre la lectura ha sido uno de mis grandes hobbies,
y la novela negra, mi territorio favorito. Crecí devorando historias de
crímenes, giros inesperados y personajes llenos de matices. Con el tiempo, empecé
a acumular mis propias ideas y tramas en la cabeza… pero claro, escribir es
otra cosa. No basta con imaginarlo, hay que sentarse y darle forma. No me
decidí a dar el paso hasta que sentí que estaba preparado para desarrollarlo
como quería. Y cuando lo hice, descubrí que era mucho más que contar una
historia: era construir un mundo en el que podía perderme… y arrastrar al
lector conmigo.
R.R.: ¿Quiénes son tus principales influencias literarias y por
qué?
A.J.: He crecido leyendo a grandes escritores del género como
Lorenzo Silva o John Verdon y, más recientemente, Carmen Mola. Me fascina cómo
son capaces de construir no solo una trama, sino todo un mundo alrededor de sus
novelas. Admiro especialmente a los que saben dar vida a personajes que
transmiten, que te hacen sentir que podrías encontrártelos en la calle, con sus
luces y sombras. Personajes con los que te identificas y que te arrastran sin
remedio dentro de la historia. Ese es el tipo de literatura que me engancha
como lector… y la que intento ofrecer como escritor: que empieces una página y,
sin darte cuenta, ya no quieras soltar el libro.
R.R.: ¿Cómo describirías tu proceso creativo?
A.J.: Mi proceso creativo empieza con una chispa: puede ser una
imagen, una frase, una noticia… algo que se me queda rondando en la cabeza y
empieza a crecer. A partir de ahí, voy armando el esqueleto de la trama,
definiendo a los personajes y sus motivaciones. Me gusta tener claro hacia
dónde voy, pero no tanto el camino exacto: dejo espacio para que la historia me
sorprenda y para que los personajes tomen decisiones que, a veces, ni yo mismo
esperaba. También hay mucha documentación detrás, sobre todo en lo policial. Me
gusta que el lector sienta que lo que lee podría pasar perfectamente. Y luego,
claro, está la parte menos romántica: muchas horas, revisiones y cafés. Porque
las buenas ideas son el punto de partida, pero lo que las convierte en novela
es sentarse a escribir… incluso en esos días en que las musas parecen estar de
vacaciones.
R.R.: ¿Tienes alguna rutina para escribir?
A.J.: Trato de escribir cuando hay más tranquilidad en casa,
normalmente cuando todos duermen y el silencio se convierte en mi mejor aliado.
Aunque, a veces, una idea llega sin avisar y no te queda otra que salir
corriendo a escribirla antes de que se escape. Mi única gran rutina es
prepararme un café y sentarme con la mente despejada, sin que nada de mi vida
personal interfiera en la historia. Necesito estar al cien por cien dentro de
lo que escribo, como si durante esas horas el mundo real quedara en pausa y
solo existiera el de mis personajes.
R.R.: ¿En qué te inspiras para crear tus historias?
A.J.: Me inspiro en la vida real, en los problemas que nos rodean
y que, demasiadas veces, no se afrontan como deberían. La realidad es una mina
inagotable para la novela negra. Busco historias que, además de entretener,
inviten al lector a reflexionar sobre nuestra sociedad: la justicia, las
segundas oportunidades, los errores que marcan vidas. Creo que la ficción tiene
la capacidad de poner un espejo delante y mostrar cosas que, en el día a día,
preferimos no mirar… y esa es la clase de historias que me interesa contar.
R.R.: ¿Qué libros has publicado hasta la fecha?
A.J.: Hasta ahora he publicado dos novelas que forman parte del
universo del Inspector Santana. La primera es Caronte. Una vida por un peaje,
con la que gané el Premio Subur Negre de novela policíaca. La segunda es Rey de
Cristal, que continúa explorando el lado más oscuro y humano de mis personajes,
con una trama marcada por el suspense y los giros. Ambas están disponibles en
Amazon, en papel y en digital, y aunque se pueden leer de forma independiente,
quien las lea seguidas descubrirá que hay un hilo invisible que las conecta… y
que todavía tiene mucho que contar.
R.R.: ¿Cuál consideras que ha sido tu mayor reto como escritor?
A.J.: Mi mayor reto ha sido superar el vértigo de la primera vez:
sentarme a escribir una novela completa, sin saber si sería capaz de
terminarla, y después tener el valor de mostrarla al mundo. Escribir no es solo
juntar palabras, es exponer una parte de ti, con todo lo que eso implica.
También ha sido un desafío mantenerme fiel a mi voz y a mis historias, sin
dejarme llevar por lo que “se supone” que vende o está de moda. Y, por
supuesto, encontrar el equilibrio entre la vida personal, el trabajo y esas
horas de escritura que muchas veces le robas al sueño. Pero, al final, todo
reto se convierte en aprendizaje… y en más ganas de seguir escribiendo.
R.R.: ¿Cómo te enfrentas a la página en blanco y a la falta de
inspiración?
A.J.: La página en blanco puede ser intimidante, pero también es
una invitación a empezar algo nuevo. Cuando la inspiración no aparece, no me
quedo esperando a que se digne a venir: me siento igual, aunque sea para
escribir un párrafo que después borre. A veces releo lo que ya tengo escrito,
otras busco estímulos fuera: una noticia, una conversación, una canción…
cualquier cosa que despierte una chispa. Y si nada funciona, me doy permiso
para alejarme un rato. Porque he aprendido que la inspiración es como un gato:
aparece cuando le da la gana… pero siempre te encuentra si sigues cerca.
R.R.: ¿Tienes algún método para trabajar la trama y los
personajes?
A.J.: Más que un método cerrado, tengo una forma de entender las
historias: me gusta que tanto la trama como los personajes respiren ambigüedad
moral. En la vida real, nadie es completamente bueno o malo, y en mis novelas
tampoco. Me interesa que el lector dude, que empatice incluso con quien no
debería, y que sienta que la línea entre víctima y culpable a veces es más fina
de lo que parece. Con los personajes busco una conexión auténtica: que se
sientan reales, con problemas, contradicciones y miedos como podríamos tener
cualquiera de nosotros. Y para lograrlo, necesito conocerlos bien antes de
empezar a escribir… aunque siempre les dejo margen para sorprenderme por el
camino.
R.R.: ¿Cuál ha sido tu obra favorita hasta el momento y por qué?
A.J.: Es difícil elegir, porque cada novela tiene algo especial y marca una etapa distinta para mí. Caronte. Una vida por un peaje fue mi primera publicación, la que me demostró que podía contar una historia larga y llegar a los lectores. Le tengo un cariño enorme por todo lo que significó y por abrirme las puertas de este camino. Pero Rey de Cristal me permitió crecer como escritor, arriesgar más con la estructura y profundizar en personajes que ya se habían ganado su sitio. Además, creo que es donde mejor he logrado esa mezcla de suspense, emoción y ambigüedad moral que tanto me gusta trabajar. Así que, si tengo que quedarme con una… diría que Rey de Cristal es la que más se acerca al escritor que quiero ser, aunque Caronte siempre será “la primera vez” y eso no se olvida.
R.R.: ¿Prefieres escribir un primer borrador a mano o en tu ordenador?
A.J.: Ordenador, siempre. Me resulta más rápido, más cómodo y me
permite corregir sobre la marcha sin que el texto acabe pareciendo un mapa de
tachones. Además, escribo a un ritmo que haría sufrir a cualquier bolígrafo… y,
seamos sinceros, mi letra no está preparada para una novela entera.
R.R.: ¿Qué consejos le darías a alguien que quiere empezar a
escribir?
A.J.: Que empiece. Parece obvio, pero es el paso que más se
retrasa. No esperes a tener “la idea perfecta” o “el momento ideal”, porque no
existen. Escribe, equivócate, borra, vuelve a escribir… y repite el proceso
hasta que sientas que la historia respira. Lee mucho, de todo y de todos los
géneros, porque eso alimenta tu voz como escritor. Y, sobre todo, no tengas
miedo a mostrar lo que haces. La crítica es parte del camino, y si la sabes
encajar, te hará crecer. Ah, y una última cosa: la disciplina importa más que
la inspiración. La inspiración es caprichosa, pero la constancia es la que
acaba llenando páginas.
R.R.: ¿Qué piensas que hace a una buena historia?
A.J.: Para mí, una buena historia es la que te agarra desde el
principio y no te suelta, no solo por lo que cuenta, sino por cómo te hace
sentir. Tiene que tener personajes que importen, que no sean perfectos, que se
equivoquen y te remuevan por dentro. Una trama que avance, que sorprenda, pero
que también deje espacio para respirar y reflexionar. Y, sobre todo, verdad.
Aunque sea ficción, si el lector no siente que lo que pasa podría ocurrir de
verdad, se rompe la magia. Todo lo demás —giros, ambientación, tensión— suma,
pero sin esa verdad, la historia se queda hueca. Y si además consigues que el
lector diga “un capítulo más y me voy a dormir”… y acabe viendo amanecer,
entonces sabes que has hecho bien tu trabajo.
R.R.: ¿Qué cambios has visto en la industria editorial en los
últimos años?
A.J.: Creo que el cambio más evidente es la democratización de la
publicación. Hoy en día, gracias a plataformas como Amazon, cualquier escritor
puede poner su libro al alcance de lectores de todo el mundo sin pasar por los
filtros tradicionales. Eso abre muchas puertas, aunque también significa que
hay muchísima más oferta y es más difícil destacar. También he visto un mayor
peso de las redes sociales: ahora no basta con escribir, tienes que saber
moverte, comunicar y crear una comunidad de lectores. El boca a boca sigue
siendo poderoso, pero ahora también pasa por un tuit, un reel o una reseña en
un blog. En resumen, creo que es un momento lleno de oportunidades para quienes
estén dispuestos a trabajar duro, adaptarse… y no perder de vista lo más importante:
escribir buenas historias.
R.R.: ¿Cuál es tu opinión sobre los talleres de escritura y los
cursos de escritura creativa?
A.J.: Creo que pueden ser muy útiles, sobre todo para adquirir
técnica, descubrir herramientas narrativas y aprender a mirar tu propio texto
con ojos críticos. Además, compartir con otros escritores en formación te ayuda
a salir de tu burbuja y a ver otras formas de contar historias. Eso sí, un
curso no te convierte en escritor de la noche a la mañana. La verdadera base
está en leer mucho, escribir más y no tener miedo a equivocarte. Un taller
puede guiarte y acortar el camino, pero la voz propia solo se encuentra
escribiendo… y escribiendo mucho. En resumen: son un buen impulso, pero la
carrera la corres tú, palabra a palabra.
R.R.: ¿Qué opinas sobre el impacto de la tecnología en el mundo de
la escritura y la lectura? ¿Has usado algún tipo de software para estilo,
corrección y/o redacción? ¿Por qué?/¿Por qué no?
A.J.: La tecnología ha cambiado por completo la forma en la que
escribimos, publicamos y leemos. Hoy tenemos acceso a bibliotecas enteras desde
el móvil, podemos publicar un libro desde casa y llegar a lectores en cualquier
parte del mundo. Eso es una oportunidad enorme, pero también un reto: hay tanta
oferta que destacar requiere más esfuerzo que nunca. En cuanto a la escritura,
utilizo la tecnología como una aliada. Trabajo en ordenador, me apoyo en
procesadores de texto y herramientas de organización para las tramas y
documentación. Pero no uso programas que me “reescriban” el estilo: creo que la
voz de un autor es algo que se construye con práctica, no con algoritmos. Sí
veo útil la tecnología para correcciones ortográficas o de formato, pero la
parte creativa prefiero que siga saliendo de mí, con mis aciertos y mis
errores. Al final, creo que la tecnología debe ser una ayuda… no el que escriba
por ti.
R.R.: ¿Qué opinas sobre la autopublicación?
A.J.: Creo que la autopublicación ha abierto una puerta enorme
para quienes, como yo, tienen una historia que contar y no quieren (o no
pueden) esperar a que una editorial tradicional apueste por ellos. Te da
libertad total para decidir el contenido, el diseño, el ritmo de publicación… y
eso es muy valioso. Por supuesto, también implica más trabajo: no basta con
escribir, tienes que cuidar la edición, la corrección, la portada, la
promoción… y hacerlo bien, porque el lector nota cuando algo está hecho con
mimo. Para mí, autopublicar ha sido una forma de aprender a todos los niveles,
de estar en contacto directo con mis lectores y de comprobar que una buena
historia puede encontrar su camino sin intermediarios. Eso sí, hay que
tomárselo con la misma seriedad que si firmaras con la editorial más grande del
mundo.
R.R.: ¿Has tenido experiencia con editores y publicación con
editorial? Cuéntame qué te ha parecido esta experiencia.
A.J.: Mi experiencia principal ha sido con la autopublicación, que
me ha dado una libertad creativa enorme y me ha permitido aprender de todo el
proceso, desde la primera palabra hasta ver el libro en manos de un lector. Sí
he tenido contacto con editoriales y editores, y creo que cuando hay una buena
comunicación y un interés real en tu obra, el trabajo conjunto puede ser muy
enriquecedor. Una buena edición profesional siempre suma: te ayuda a pulir el
texto, a detectar matices que se te pueden escapar y a darle a la obra un
acabado impecable. Al final, para mí lo importante es que el libro llegue al
lector en las mejores condiciones posibles, ya sea con editorial o
autopublicado. Lo demás son caminos distintos para el mismo objetivo.
R.R.: ¿Tienes futuros proyectos literarios de los que me puedas
hablar?
A.J.: Sí, ahora mismo estoy trabajando en mi tercera novela,
Heredero de Cenizas, que volverá a poner al inspector Santana en el punto de
mira… pero esta vez de una forma mucho más personal y peligrosa. Es un thriller
psicológico con tintes de novela negra, en el que un hombre que fue acusado y
condenado por un crimen que no cometió regresa para ajustar cuentas. A lo largo
de la historia, las víctimas, la investigación y las pistas irán revelando un
pasado que Santana preferiría mantener enterrado. Es una novela en la que
exploro la venganza, la justicia y la fina línea que separa el bien del mal,
con personajes cargados de ambigüedad moral y giros que no dejarán respirar al
lector. Si Caronte y Rey de Cristal fueron intensas, esta promete subir todavía
más la tensión.
R.R.: ¿Quieres añadir alguna cosa más?
A.J.: Solo agradecerte, Raúl, que me hayas hecho un hueco en tu blog y me hayas permitido mostrar un poco más de quién soy detrás de las novelas. Creo que entrevistas como esta ayudan a que el lector no solo conozca las historias, sino también la persona que las escribe, con sus manías, sus pasiones y sus motivaciones. Ojalá quienes lean estas líneas se animen a adentrarse en el universo del inspector Santana y descubran que, más allá de los crímenes y la tensión, también hay humanidad, emociones y verdades incómodas. Gracias de nuevo por este espacio y por dejarme compartirlo con tus lectores.